Emiliano Damonte Taborda
El Gobierno sigue enredado entre su voluntad de hacer populismo electoral y las necesidades impostergables del país; La quita “quirúrgica” de subsidios terminó siendo una trampa para la Secretaría de Energía que teme el impacto electoral de los imprescindibles aumentos
La escasez deja en evidencia todo relato
En la Secretaría de Energía están muy preocupados por el impacto que terminará teniendo, en el momento más caliente de la campaña electoral, el aumento de tarifas que está exigiendo la realidad de las distribuidoras de gas que, como venimos viendo en estos días, se encuentran en una situación desesperante.
En junio, julio, agosto, el impacto de la factura de gas con tarifa plena y ajuste tarifario podría ser muy pesado. Es que la quita de subsidios se llevó a cabo de una manera muy desprolija y sin considerar las realidades que afectaba, entonces, en lugar del 10% de los usuarios, hoy son el 35% y hasta el 45% en algunas distribuidoras, los que terminarán pagando ya desde enero la tarifa plena.
Durante el verano, este impacto se verá relativizado por la baja del consumo, pero ni bien lleguen los primeros frios, la cosa será diferente. A esto, habrá que agregarle el ajuste tarifario que se discutirá con las distribuidoras el 4 de febrero, y que por controlado que sea, tendrá un impacto importante en una población que terminó siendo mucho menos homogénea de lo que Massa y su equipo planearon (planearon?).
Flavia Royón está analizando estrategias con su equipo, buscando maneras de relativizar un aumento que es imprescindible, y que se teme, pueda tener consecuencias electorales.
Se acabó la guita
El tema es bastante claro. Se acabó la guita. La gente cree que para hacer populismo hace falta discurso, pero en realidad lo que hace falta es guita. Con guita, no importa si sos de derecha o de izquierda, es posible hacer populismo. Pero el tema es que el Frente de Todos no ha sabido nunca hacer otra cosa que vender humo populista bancado con recursos del Estado.
Hoy, el Estado, no tiene recursos. Le garronea los dólares a los productores con ofertas indecentes e incluso con medios extorsivos como los de la Secretaría de Comercio Interior. Hoy no hay un mango, entonces, se acaban las ideas.
La etapa del “choque” no se puede postergar
Hace unos meses, escribí una nota en la que decía que Argentina había llegado a un momento que yo llamaba de “choque” y definía a este momento como el momento en el que “las consecuencias materiales de todos los errores cometidos, son inmediatas”. Por este motivo, hoy no se puede patear el aumento de las distribuidoras. Hay solo tres caminos y los tres tienen consecuencias inmediatas:
a) subsidiar: Hoy el Estado no tiene medios, para subsidiar solo puede imprimir o meterse en maniobras que terminan generando impresión y, consecuentemente inflación.
b) No otorgar el aumento a las distribuidoras: Esto termina generando un colapso inmediato de toda la cadena de pagos que gira alrededor de las distribuidoras, con consecuencias inmediatas sobre todo el sistema. La Secretaría sabe que las distribuidoras han llegado al límite.
c) Aumentar las tarifas: Esto generará directamente inflación que caerá justamente en el momento más delicado, inmediatamente antes de las elecciones, y generará malestar en una porción de la población que, merced a la previa quita de subsidios, es mucho más grande de lo que Massa y sus asesores, planaearon inicialmente. En otras palabras, que tocará también a sectores populares
Se termina la era del relato
Lo único bueno de que se acabe la guita, es que ya no es posible hacer populismo sin pagar el precio. La misciadura deja en evidencia todo relato. Por eso los discursos del presidente quedan cada día más fuera de lugar, las salidas de Cristina son siempre verdaderos gestos de autoboicot y las soluciones de Massa chocan con la realidad en cuestión de horas. Si algo bueno tiene la escasez, decíamos entonces, es que se acabaron los relatos.
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