Por Emiliano Damonte Taborda
El arzobispado de Luján-Mercedes convocó, con la participación del Intendente de Luján, el camporista Leo Boto, a un acto partidario del Frente de Todos en la Basílica de Luján. Sigue, sin respetar límites, la instrumentalización política del atentado a la vicepresidenta.
Algunos de los presentes en el acto partidario de Luján
El acto partidario convocado por el arzobispado de Mercedes en la Basílica de Luján es una profanación de un espacio sagrado. Cuando hablo de “espacio sagrado”, no me refiero simplemente a la Basílica de Luján, sino a la fe de millones de argentinos.
La misa por la Paz y la Fraternidad fue promovida por el Camporista Leonardo Boto, intendente de Luján, quien probablemente creyó encontrar una extraordinaria oportunidad para ganar relevancia nacional, con esa gran caja de resonancia que es una tentación constante para los intendentes lujaneros.
Alberto Fernández, Eduardo Duhalde, Wado de Pedro, Axel Kicillof y Leonardo Boto en primera fila, no constituyeron una muestra muy variada de representación. Tal vez cuando el Arzobispo dirigió su mensaje a la congregación no había tenido tiempo de observar la concurrencia.
“Si nos encerramos vamos al choque, al enfrentamiento, a la disolución. Si nos abrimos [al diálogo], podemos encontrarnos, escucharnos, dialogar, trabajar por el bien común, fortalecer la democracia y reconstruir con esperanza la patria herida” Dijo Sheinig a la congregación.
A esa altura, ya se trataba irremediablemente de un acto partidario en suelo sagrado. Debe haber pocos símbolos más transversales de la argentinidad que la Basílica de Luján. Sin dudas una de las imágenes de las que una cantidad enorme de argentinos sin distinciones partidarias, incluso religiosas, nos sentimos cerca.
Pretender utilizar este símbolo para beneficio propio, queda como un pecado menor comparado con la facilidad con la que el Arzobispo Schienig, lo cedió. De poco sirven sus expresiones de disculpa tras el evento.
El arzobispo pidió que no se malinterpretara el mensaje que daba la Iglesia con la celebración de la misa. “Aquí vienen millones de peregrinos de todas las realidades sociales, de todos los partidos políticos y movimientos sociales. La Virgen de Luján es la garante de la unidad del pueblo argentino. Nadie debería quedarse afuera de la Casa de María en Luján”, señaló, casi hablando consigo mismo, y sobre el final de la celebración agregó “Me equivoqué, metí la pata”.
¿Es que Scheinig quiere hacernos pensar que no se esperaba lo que pasó? ¿Que la misa transformada en acto del Frente de Todos lo tomó por sorpresa? En esa dirección fue, cuando compartió con varios medios que la convocatoria había sido impulsada por el Intendente de Luján, Leonardo Boto.
Es difícil pensar que Boto pudiera hacer algo muy diferente de lo que hizo y Shenig lo conoce bien, comparte con él, territorio y problemáticas diariamente. Pero más difícil aún es pensar que un arzobispo haya actuado con la ingenuidad que sus declaraciones buscan sugerir.
Otra señal clara que tuvo el arzobispado de Luján – Mercedes, acerca de la dirección que estaban tomando los eventos, estuvo dada por el silencio que mantuvieron otras diócesis al respecto y que ninguna de estas decidiera replicar la propuesta. La Iglesia, en general manifiesta su desacuerdo con silencio, y esta es una señal que a Sheinig no puede habérsele escapado.
La misa celebrada en Luján se suma, claramente, a la maniobra de instrumentalización que del atentado a la vicepresidenta había iniciado el Gobierno a partir de la Cadena Nacional de Alberto Fernández, el feriado nacional, las publicaciones de Télam, las acusaciones a la prensa y ahora, el acto partidario al que accedió el Arzobispo Sheinig, en una demostración de que para el Frente de Todos, no hay limites ni espacios sagrados.
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