Según un estudio dirigido por Dartmouth, la minería de oro y minerales en y cerca de los ríos de los trópicos está degradando las vías fluviales en 49 países. Estos hallazgos representan la primera huella física de la minería fluvial y sus impactos hidrológicos a escala global.
Los ríos tropicales sufren los abusos de la minería fluvial
Los ríos tropicales pagan cara la transición energética
Los ríos tropicales pagan cara la transición energética. La minería fluvial a menudo implica excavaciones intensivas, lo que resulta en deforestación y aumento de la erosión. Gran parte del material excavado se vierte a los ríos, alterando la vida acuática en los ecosistemas cercanos y río abajo.
Este sedimento inorgánico, partículas de arcilla, limo y arena, es transportado por los ríos como «sedimento suspendido». Transmitiendo los efectos ambientales de la minería aguas abajo y contaminando gravemente las aguas.
Investigaciones anteriores han informado que dichos sedimentos suspendidos también pueden transportar toxinas. Como el mercurio utilizado en los procesos mineros fluviales. Lo que afecta aún más la calidad del agua y puede ser perjudicial para la salud humana y el medio ambiente.
Estanques mineros poco profundos abruman un antiguo sistema fluvial en la región de La Pampa, en Madre de Dios, Perú. Los colores de los estanques reflejan sedimentos en suspensión y el crecimiento de algas tras el cese de la minería de oro. CRÉDITO: Foto de Jason Houston (Fondo de Respuesta iLCP Redsecker/CEES/CINCIA)
«Durante cientos, si no miles de años, los trópicos han sufrido los efectos de la minería. Pero nunca en la escala que hemos visto en las últimas dos décadas». Esto lo explica el primer autor, Evan Dethier. Quien es profesor asistente del Occidental College y trabajó en el estudio mientras era investigador postdoctoral en Dartmouth.
Dethier tiene un doctorado y una maestría en ciencias de la tierra de la Escuela de Graduados y Estudios Avanzados Guarini de Dartmouth. Y sentencia que: «La degradación de los ríos por el oro y la minería fluvial en los trópicos es una crisis de magnitud global».
El repunte del siglo XXI
Para la primera parte del estudio, Dethier y sus colegas investigadores realizaron un análisis exhaustivo de la minería fluvial en los trópicos desde 1984 hasta 2021. Revisaron información de los medios y la literatura, informes de empresas mineras, redes sociales e imágenes satelitales de Landsat 5 y 7.
Estas las obtuvieron a través del programa Landsat del Servicio Geológico de los Estados Unidos y la NASA y datos de Sentinel-2. También contaron con imágenes aéreas de fuentes públicas.
Registraron más de 7,5 millones de mediciones de ríos en todo el mundo para mapear áreas mineras. Y la deforestación y los impactos de los sedimentos en cada lugar. También identificaron minerales objetivo en los sitios mineros.
Los resultados muestran que hay aproximadamente 400 distritos mineros individuales en 49 países de los trópicos. Más del 80% de los sitios mineros se encuentran dentro de los 20 grados del ecuador en América del Sur, África, Asia y Oceanía.
El equipo encontró un importante repunte en la minería en el siglo XXI. De hecho, más del 60% de los sitios surgieron después de 2000. Y en el 46% lo hicieron a partir de 2006, coincidiendo con la crisis financiera global. Este aumento de la minería continuó incluso durante la pandemia de COVID-19.
Evaluando cambios
Para la segunda parte del estudio, los investigadores evaluaron la magnitud de los cambios que han tenido las operaciones mineras. Y lo hicieron sobre la base de la cantidad de sedimentos en suspensión hallados en 173 ríos tropicales afectados. Para detectar el transporte de sedimentos en suspensión utilizando datos de Landsat, el equipo aplicó algoritmos que desarrollaron durante los últimos siete años.
Los datos muestran que más de 35.000 kilómetros de ríos tropicales están afectados por la minería de oro y minerales a nivel global. De los 500.000 kilómetros de ríos tropicales en todo el mundo, alrededor del 6% de esa longitud se ve afectada por este tipo de acciones mineras.
Además, la minería ha provocado que las concentraciones de sedimentos en suspensión se dupliquen en el 80% de los 173 ríos representados en el estudio, en relación con los niveles previos a la minería. Los ríos tropicales pagan cara la transición energética.
«Estos ríos tropicales pasan de ser claros durante todo el año o al menos durante parte de él, a estar obstruidos por sedimentos o fangosos durante todo el año», dice Dethier. «Descubrimos que casi todas y cada una de estas áreas mineras tenían sedimentos suspendidos transmitidos río abajo. Y que, en promedio, estos se encontraban en al menos entre 150 y 200 kilómetros del sitio minero. Pero se los ha hallado también hasta a 1.200 kilómetros río abajo. »
Hay 30 países que tienen operaciones mineras fluviales activas y grandes ríos tropicales, de más de 50 metros de ancho. Estas naciones tienen, en promedio, el 23% de la longitud de sus grandes ríos afectado por la minería.
En algunos países, más del 40% de la longitud total de esos grandes ríos se ve alterada por la minería. Como en la Guayana Francesa (57%), Guyana (48%) y Costa de Marfil y Senegal (40%). El estudio también incluyó ríos como el Congo en África, el Irrawaddy en Asia, el Kapuas en Oceanía y el Amazonas y el Magdalena en América del Sur.
«Muchos de estos sistemas de ríos tropicales están en los lugares con mayor biodiversidad de la Tierra. Y hay especímenes que no se conocen y otros que todavía no se han estudiado lo suficiente», dice el autor principal David Lutz, profesor asistente de investigación de estudios ambientales en Dartmouth. «El desafío aquí es que hay muchas especies que potencialmente podrían extinguirse antes de que supiéramos que existen». Los ríos tropicales pagan cara la transición energética.
Minería evaluando opciones
Desde que comenzó la minería, descubrieron que dos tercios de los ríos representados en el estudio excedían las pautas de turbidez para proteger a los peces en el 90% de los días o más. Lo que significa que la opacidad de los ríos era mayor de lo recomendado.
«Cuando los ríos y arroyos experimentan altos niveles de sedimento suspendido, los peces no pueden ver a sus presas o depredadores. Además, sus branquias pueden saturarse y dañarse, lo que puede provocar enfermedades o incluso la muerte», dice Lutz.
«El trabajo anterior de nuestro equipo ha informado sobre cómo la minería de oro es un problema en la región de Madre de Dios, en la Amazonía peruana, al envenenar la vida silvestre y las personas», dice el coautor Miles Silman.
«Si bien la minería de oro tiene un gran potencial para sacar a la gente de la pobreza, particularmente en las fronteras tropicales remotas, la forma en que se hace ahora tiene un costo social tremendo. Debido a la degradación del medio ambiente, la contaminación por mercurio, la corrupción y las redes criminales». Los ríos tropicales pagan cara la transición energética.
Oro y diamantes
El oro es el principal objetivo de los mineros y representa casi el 80% del negocio minero mundial. Pero a lo largo de los ríos en África central y centro-occidental, particularmente en Angola, la República Democrática del Congo y Camerún, el objetivo principal de esta actividad son los diamantes. También se extraen otros minerales preciosos. En el sudeste asiático, el níquel se extrae en Indonesia, Filipinas y Malasia.
Muchos de los minerales que se sacan en estos lugares se utilizan en teléfonos móviles, baterías de coches eléctricos y electrónica en general. En la República Democrática del Congo se extraen minerales como el cobalto, el coltán, el tungsteno y la tantalita. «Unos minerales cada vez más necesarios a medida que pasamos de los combustibles fósiles a la energía limpia», afirma Dethier.
Los coautores instan a los responsables políticos gubernamentales a trabajar con las partes interesadas para ayudar a mitigar los impactos sociales y en el medio ambiente, que la minería está teniendo en los ríos tropicales. Porque a futuro lo previsible es que esto continúe y que se agrave la situación. Los ríos tropicales pagan cara la transición energética.
Fuente: Revista Nature
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